Monroe
"Aunque todos los ejercicios son dignos de ser descritos, en algunos de los que realiza sobre el rulo, en un pedestal de dos a tres metros de altura y asistido por su esposa y partenaire Francesca.
Una vez subido al pedestal, empieza colocándose en el rulo dando un salto de sesenta a ochenta centímetros y cayendo en equilibrio de pies sobre la tabla.
De tan original manera salta siempre al rulo, tras el breve saludo, al cambiar el ejercicio, excepto algunas veces que lo hace con una variante muy buena, inicia el salto con pirueta, y al llegar a la máxima altura, con la tabla en las manos, lanza la tabla sobre el rulo y sobre ella cae el artista.
Como se ve no puede existir mayor complicación para subir al rulo y la tabla.
Sobre ésta, Monroe maneja el lazo: un salto y el lazo pasa sobre sus pies para girar teniendo ahora como centro de la circunferencia su propio cuerpo; otro salto, y Monroe queda manejando el lazo alrededor de su cuerpo; ahora es un aro el que, al saltar Monroe, pasa por los pies y sale por la cabeza.
Y, en fin, una corta fusta en manos de Monroe; salta con media pirueta y la fusta pasa bajo sus pies y queda a la espalda sujeta en las manos del artista; un nuevo salto con media pirueta y la fusta, sin ser soltada, vuelve a pasar para quedar presentada a la altura del pecho, tal y como empezó este ejercicio.
Y para terminar, un mortal desde el pedestal al suelo y recogida de la ovación de un público, que haya visto mucho circo o poco, jamás ha presenciado nada como lo de Monroe…"
El cronista Antonio Corazón ya le anticipaba buenos contratos y, efectivamente, pronto comenzaron su éxitos en el Ringling y otros circo s de América.
Recorrió los mejores circos y salas de fiesta de Europa, como por ejemplo, el Moulin Rouge de París en el que actuó durante años
Ramper
“¡Hagan corro, señores! ¡Hagan corro para ver al hombre de goma, que se retuerce aunque no coma!
¡El hombre bisagra, al que se le doblan las magras! ¡El hombre churro!…” Estamos en los primeros años del siglo XX, antes de la guerra civil española.
Madrid es una ciudad campechana y un jovencillo inquieto se empeña en ser artista. Con el tiempo se convierte en uno de los personajes más populares de España y en uno de los payasos mejor pagados de la época.
Es Ramper, inigualable en su espontaneidad, protagonista de la espléndida biografía escrita con gracia por Leocadio Mejías en 1957.
Personaje muy popular durante la Guerra Civil española por todos los chistes que se le atribuían (el triste asunto le tocó en la zona republicana).
Después de esta no tuvo problemas con los vencedores y el homenaje que le tributó el pueblo de Madrid en el Circo Price después de su muerte (acaecida el 5 de enero de 1951) fue muy popular, contándose entre los asistentes grandes figuras de las artes, el espectáculo y personalidades políticas.
La noticia, por relevante, la recogió el NODO, el noticiario cinematográfico de la época.
Emilio