Esta galería de artistas y payasos la conforman personajes del mundo artístico que tienen o que han tenido que ver con el Club de Payasos o que por su meritoria labor así lo hemos considerado oportuno. El material gráfico es del Club de Payasos y algunos socios y el material escrito está, de momento, sacado del El Ambidextro, con expreso permiso de sus autores. No están todos los que son. Esperamos que con el tiempo se vaya completando con vuestra colaboración. Si crees que podrías ayudarnos y completar el trabajo de esta galería mándanos tu información y tus fotografías a payasosyartistas@clubdepayasos.es
Tonetti
Tonetti nació en Santander en 1921 en el seno de una familia modesta. Tras mostrar desde pequeño sus aptitudes artísticas, José Villa comenzó a trabajar a los doce años, sin el consentimiento de sus padres, en una rondalla llamada Katiuska. También hizo sus pinitos como cantante y torero de vaquillas con diferente fortuna.
Su primer nombre como payaso fue Jovirio, augusto que, en ocasiones compartía acciones con los hermanos Otero. Tonetti realiza su primera gira importante en 1941 en la compañía de variedades Los Bocheros, formando dúo con Boddy. Más tarde comienza su trabajo bajo la carpa del Circo Romero, un modesto circo con el que comienza a tomar forma el payaso Tonetti.
Al Romero le siguen el Radio Circo y el Circo Hervás. Como nos cuenta el escritor y amigo personal de Tonetti, Fco. Javier Rodríguez en su libro sobre los payasos españoles Risas y Lágrimas, “un nuevo payaso, con atisbos de caricato, llano y directo, se abría paso. Tonetti modelaba su singular personalidad al lado de diferentes enharinados: Boddy, Cody, Pery, Michel y, por último, su hermano Manolo, Nolo.”
Se convierten en las estrellas del Circo Americano y animados por el éxito deciden montar su propia empresa de circo. En 1957 los dos hermanos montan el Circo Atlas con el que recorren toda España haciéndose imprescindibles en todas las ferias y fiestas más importantes.
A principios de los años ochenta el panorama circense en España había cambiado radicalmente, la televisión se hacía fuerte y originaba una fuerte crisis en todos los sectores del entretenimiento. Su hermano Nolo, que había sido durante todos estos años el responsable financiero del Atlas, no soporta tanta presión y se suicida. Tonetti sigue adelante pero poco más tarde su hijo muere en un accidente de moto. Los años finales de tournée los cumplirá en el Circo Chen, el Circo Ruso y el Circo Mundial. Después, tiempo para el merecido descanso tras tantas décadas de batalla sin cuartel”.
Tonetti ha sido presidente del Club de Payasos y su principal decorador ya que las paredes de este castizo club están repletas de cuadros de payasos pintados por Pepe Tonetti. Ha recibido la Cruz de Beneficencia, la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes y dos veces el Premio Nacional de Circo entre otros muchos galardones.
Tiene dos monumentos populares, uno en Santander, donde nació y otro en Bilbao, su ciudad adoptiva, donde cada año desde 1996, a iniciativa del padre Mendízabal, capellán de los circos españoles, se entregan unos premios a la labor humanitaria que llevan su nombre.
Waldo
Waldo Moll, artista, bailarín, mimo de vida ajetreada y exitosa, murió en su casa de Madrid, el día 2 de agosto de 2002.
Nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 4 de junio de 1916, Waldo comenzó a trabajar con su mujer Elsa alrededor de 1933 anunciados como “Elloise & Waldo Moll: ¡Los colosos!, Bailarines excéntricos”.
Durante el breve tiempo de la II República española, a la que defendieron con armas en el Puente de los franceses, fueron elaborando el número, su desconcertante número del hombre de trapo, que les haría codearse más tarde con Sammy Davis Jr., Jerry Lewis, Dorothy Lamour, Walt Disney, Marlene Dietrich, el principe Rainero, etc.
Elsa & Waldo huyeron de la miseria de la derrota y establecieron su cuartel general en NuevaYork, donde residieron durante cuarenta años, viajando por todo el mundo para realizar innumerables galas.
Años de prodigios, según nos cuenta Rafael Torres en un reportaje realizado para El País en 1999: “el principe Rainero les daba una tarjeta que les permitía hacer cualquier cosa gratis en Mónaco; Marlene Dietrich, helada y soberbia a sus cincuenta y muchos años, recibía a Waldo desnuda en su camerino del Sáhara en Las Vegas.
Edith Piaff jamás prescindía de ellos en sus muchas actuaciones en el Olimpia; Marcel Marceau se rendía a la insólita gestualidad de Waldo, y Dean Martin, Jerry Lewis o Walt Disney reían con ellos y eran sus amigos”
Tuvimos la suerte de verle actuar hace algunos años en el Hebe o en el Club de Payasos cuando aún se resistía a aceptar que ya eran muchos años sobre el escenario.
Quería enseñar su arte y lo hacia acompañado de Vivianne, la bailarina que le ha acompañado durante todos estos últimos años. Sus pantomimas tenían el sabor de lo verdadero y Waldo se emocionaba interpretándolas sabiendo que serían las últimas.
Daja-Tarto
Nacido en Cuenca en el año 1904, Daja-Tarto ostenta el honor de ser considerado por Alfredo Marquerie como el mejor faquir español. El famosos escritor le dedica un capítulo en su libro de memorias “Personas y Personajes (Dopesa, 1971 ): “…lo cierto es que entre todos los faquires habidos y por haber, ninguno pudo igualar al increíble Daja-Tarto”.
Gonzalo Mena Tortajada descubre el faquirismo mientras realiza la mili gracias a un libro titulado “Misterios de la India”. Este librito cambiaría su vida y a partir de ahí, ya está decidido: el sería faquir. Solamente tuvo que invertir el orden de las sílabas de su segundo apellido para conseguir un nombre mucho más exótico y lleno de fuerza, Daja-Tarto.
Un par de años después de su muerte, acaecida en 1988, D. Juan-Felipe Higuera consigue publicar las memorias del faquir “La insólita vida del faquir Daja-Tarto contada por el mismo” (Ed. Colón, 1990), un interesante libro lleno de anécdotas, mucha historia y sobre todo, de los poderes del faquir como espiritista.
Daja-Tarto debuta en el Circo Price de Madrid en 1927 y es el Price uno de sus foros principales ya que, una vez acabada la Guerra Civil española, Daja-Tarto es contratado casi todos los años par realizar sus arriesgados ejercicios.
El faquir Daja-Tarto se atravesaba agujas por diferentes partes de su cara, comía bombillas, yeso, y cemento, se introducía una daga por la nariz, se tumbaba sobre una cama de cristales, subía por una escalera de sables, se dejaba romper un bloque de granito sobre su pecho, se crucificaba y hasta se enterraba vivo en una plaza de toros mientras se desarrollaba la corrida. Cuando se crucificaba, se exhibía durante varios días en el hall del teatro, mientras fumaba, charlaba con los visitantes o se tomaba un carajillo. En una ocasión, las heridas producidas por los clavos estuvieron a punto de gangrenarle los brazos, cosa que el evitó, sumergiendo los brazos en agua hirviendo ante el asombro de los médicos.
Daja-Tarto ha trabajado con los mejores artistas de la época como los Hnos. Díaz, Llapisera, Pablo Celys, René Andreu, los Hnos. Cape, Felipe Moreno, Luisita Esteso, Tony Díaz, etc.
Daja-Tarto estuvo siempre unido sentimentalmente y profesionalmente a su mujer, Dionisia Gallardo, conocida como “la faquira”y en algunas publicidades como “la faquira paterneri”era grande y su imagen contrastaba con la menudencia de Daja-Tarto. Siempre estuvieron juntos y tuvieron dos hijas que se presentaron en el mundillo artístico como las Tinokas Sisters presentando un original número de doma de perro y gato
Eduardini
Eduardo Gutiérrez Almela, Eduardini, nace en 1902 en la calle Salitre del castizo barrio de Lavapiés y muere en Madrid en 1982, después de una vida repleta de historias.
Su familia se dedicaba a la trata de caballos y cuando se mudan al barrio de Tetuan, Eduardo toma contacto con las constantes trups de malabaristas y saltimbanquis que deambulan por la zona norte de la ciudad y se siente inmediatamente atraído por el espíritu y el ambiente de la farándula y el espectáculo nómada.
Junto con varios amigos descubre un humilde campo de entrenamiento, La Casa de Labor, un solar para caballos situado en La Moncloa y que en realidad se convirtió en cantera de artistas de la época, los “artistas del estiercol”, pues así se conocía al lugar de entrenamiento.
Era el año 1925 y había una verdadera pasión por el circo.
Eduardo se enrola con una trup de titiriteros y durante tres años recorren pueblos y ciudades y mientras nuestro protagonista va conociendo los secretos de negocio. Después se junta con el Circo Cortés y es ahí donde comienza a decantarse por el trabajo de payaso con la ayuda de su maestro, Machuca. Más tarde son seis años con el Circo Alegría, justo antes de la Guerra Civil que le pilla en La Línea. A su vuelta a España se ve envuelto en una situación comprometida políticamente, que es resuelta con la ayuda de una marquesa, y una vez regularizada su situación en España, debuta en el Teatro de la Zarzuela en un espectáculo de Juan Carcellé, en el que hacía un número de equilibrios sobre pedestal junto con su hermano. Un número acrobático con algunas pinceladas de comicidad dibujadas por Eduardini.
Cuando Carcellé accede a la dirección del Price, Eduardini se convierte en habitual de la prestigiosa pista madrileña compartiendo cartel con las primeras figuras de la época y con los demás payasos del Circo Price: Miguelín, Pepín, Abelardini, Zerep, Guerrita, Luiggi, Pocholo y otros.
Su particular lugar reunión fue, durante muchos años, la taberna Madrueño de la calle Hortaleza, donde “los tozudos de la hilaridad”, según el término empleado por Gómez de la Serna, no paraban de bromear y discurrir nuevas maneras de disfrutar y organizar comilonas.
En el año 1947 tiene la idea de capitanear una compañía de enanitos a los que inicia en las artes del equilibrio, la acrobacia y la payasada, obteniendo un éxito inmediato. Comienza a trabajar en el Krone, Knie, Ringling y en el London Casino. Con ellos participa en la película del prestigioso director de cine sueco Ingmar Bergman, El Silencio (1963).